En la actualidad solo cinco hipódromos desarrollan reuniones de carreras en el país. Los otrora recintos de Arica, Punta Arenas y Peñuelas (Coquimbo) han cerrado sus puertas. Los que aun están vigentes son Antofagasta, Sporting Club de Viña del Mar, Club Hípico de Concepción y los dos recintos de Santiago: Club Hípico y el Hipódromo Chile, estos últimos en asociación mantienen una red de casi 200 locales a nivel nacional (Red TELETRAK) que recibe apuestas sobre las carreras de los cinco hipódromos.
Hoy las ventas las lideran los hipódromos santiaguinos quienes junto al Sporting concentran sobre el 90% del juego y los ingresos. Al ser ellos los controladores de la red de apuestas, imponen condiciones comerciales e hípicas a los hipódromos pequeños, que los tienen al borden del cierre.
El posible cierre de hipódromos, temor que incluso se cierne sobre el más importante -el Hipódromo Chile- mantiene en permanente alerta a gremios y trabajadores de la hípica.
De cuando en cuando, constituyéndose ya en una mala costumbre, aparecen en la prensa artículos reiterando los riesgos para la continuidad de la actividad hípica. Esta estrategia obedece a la intención de sensibilizar sobre los “problemas” que aquejarían a la industria. Ejecutivos y directores de las empresas hípicas apuntan a que no se financian, que no es apoyada por el estado (como si sucede en otros países Latinoamericanos), que esta restringida, limitada y que tienen una alta competencia legal e ilegal (Casinos, Loto, Kino, máquinas tragamonedas en barrios y almacenes, etc.).
Como soluciones a estos dramas se vienen proponiendo y promoviendo una serie de modificaciones a las leyes que regulan la actividad y es ahí donde hay diversas visiones y opiniones. Por un lado los grandes como Club Hípico e Hipódromo Chile, por otro los pequeños hipódromos y un tercer componente que cuenta con su propia opinión: Esto son los gremios y trabajadores hípicos, único componente en esta triada que si respiramos y literalmente vivimos de los caballos y sus carreras.
Los actuales calendarios para las carreras se estructuran de acuerdo a un límite legal que prohíbe organizar más de 86 días de carreras anuales por hipódromo y prohíbe el que dos hipódromos de una misma ciudad corran el mismo día. Este límite se pretende eliminar en pos de la “libertad” de trabajo, la libre competencia y el libre mercado. Entonces corresponde preguntarse que pasará con los hipódromos pequeños si no existen límites o garantías para que continúen su actividad con algún grado de igualdad ante los hipódromos centrales. Respuesta: Cerraran, no tendrán cabida en ese esquema y quienes hemos aportado al desarrollo de la hípica regional perderemos nuestros empleos y el sustento de nuestras familias, igual cosa puede pasar en Santiago, ya no tendría razón de ser, que existan dos hipódromos en una misma ciudad.
Otra alternativa propuesta para curar los males que afectan a la hípica, es realizar ventas de apuestas sobre carreras disputadas en el extranjero, actividad conocida como SIMULCASTING, pero otra vez surge la duda, si esto se permite y se autoriza a los hipódromos para hacerlo, que impedirá que los hipódromos solo se dediquen a traer carreras envasadas en formato de video y las carreras en vivo pasen a la historia, con el consabido resultado de desocupación y cesantía para los trabajadores. Comprometiendo incluso la continuidad y el valor del trabajo en los demás hipódromos que sobrevivan, al enviar al mercado laboral mucha mano de obra ya calificada y con experiencia para la actividad.
Las actuales administraciones de la hípica ya han recibido apoyos especiales en el pasado. Durante la dictadura militar, se beneficiaron de un porcentaje importante de las apuestas, un 3,88% extra que paso a engrosar el dinero disponible para administración de las instituciones, montos que eran utilizados hasta ese momento en beneficios y en la previsión social de gremios, trabajadores y profesionales hípicos, no queremos ser nuevamente quienes tengamos que sacrificarnos.
Hoy se están realizando gestiones para introducir estos y otros cambios, con la “intención” de ayudar a la hípica, pero parece ser que las intenciones son otras…los mismos herederos de aquellas clases acomodadas del siglo XIX, que dieron vida a la hípica, hoy solo buscan rentabilizar su hobby por las carreras de caballos y se han olvidado de sus trabajadores y de todos los objetivos iniciales y por los cuales la presidencia del país de las diferentes épocas, los autorizo a funcionar y vender apuestas.
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